Cómo dos estudiantes de Dibujando la Naturaleza aprendieron a ver el mundo–y a ellos mismos-desde una perspectiva diferente.
Un cuaderno de bocetos lo cambia todo: Cómo dos estudiantes de Nature Journaling aprendieron a ver el mundo, y a sí mismos, desde una perspectiva diferente.
Si quieres ver la naturaleza—ver realmente la naturaleza—en todo su color, textura y matices, toma un bloc de dibujo y un lápiz. Dibujando la Naturaleza: Botánica a Través del Arte (Nature Journaling: Botany Through Art) programa de arte del Naples Botanical Garden, ofrece a los adultos mayores de 55 años un curso de dibujo de nivel básico que les enseña cómo estudiar y dibujar el mundo natural. “El enfoque principal a lo largo de toda la clase es enseñar a las personas a detenerse, mirar, escuchar, oler, sentir y luego escribir y dibujar sobre ello”, dice Donnamarie Richmond, educadora de Garden y artista que dirige la clase.
En el 2020, en medio de la pandemia de COVID-19, la clase cambió de un formato presencial a uno virtual, y los educadores de Garden decidieron mantenerlo así porque podían llegar a un mayor número de personas. Luego, hace poco más de un año, el Garden introdujo una versión en español (Richmond es bilingüe), reconociendo la escasez de programación para adultos en el idioma nativo para la población hispana. La noticia se extendió desde las comunidades de habla hispana en el suroeste de Florida a lugares fuera de los Estados Unidos, atrayendo a asistentes de lugares tan lejanos como Colombia, Panamá y Perú.
Richmond monitorea el impacto del curso, pidiendo a los participantes que califiquen su cercanía a la naturaleza utilizando una escala numérica al comienzo y al final del curso de ocho semanas. Invariablemente, cambia. Incluso las personas que se consideran amantes de las actividades al aire libre le dicen a Richmond que su conexión con la naturaleza se hizo mucho más fuerte.
“En cada clase, veo al menos a dos o tres personas que experimentaron un cambio en sus vidas”, dice Richmond. “Es como si abrieran los ojos por primera vez. Y ser parte de eso, es una sensación increíble”.
Conoce a dos participantes de Nature Journaling y escucha lo que tienen que decir sobre sus experiencias.
Barbara Kacos
Barbara Kacos, de Naples, ha sido miembro del Garden desde hace mucho tiempo, se inscribió en el curso Nature Journaling, porque pensó que era acerca de llevar un diario, “Me gusta sentarme en la naturaleza y escribir”, dice. Pero se resistió cuando recibió el kit de materiales, que consistía en un bloc de dibujo y lápices de acuarela. “Me sentí un poco intimidada”, admite. “Pero dije: ‘¡Sabes qué, lo voy a hacer!’. Y ahora tengo que decir que Donnamarie hizo que todos se sintieran muy cómodos”. A Bárbara le encanta estar en la naturaleza. La clase, dice, le hizo verla de manera diferente.
Al principio, las tareas parecían bastante desafiantes, pero Barbara se enfocó en una pequeña sección de un pino cortado, en su corteza, y se centró en la textura, el color y la forma. “Esa tarea me hizo mirar ese árbol y pensar: ‘Esa corteza es genial'”.
Del mismo modo, decidió examinar una hoja de filodendro desde una nueva perspectiva, volteándola sobre su parte posterior. “La parte de atrás era muy diferente de la delantera. Cuando lo miras, tenía todas esas venas pronunciadas”.
“Nunca me había fijado en los patrones”, dice Barbara. Pero mientras intentaba capturar una orquídea en el papel, se fijó en su coloración. Luego observó otras orquídeas del mismo tipo y comenzó a notar diferencias. “Aquí está la misma flor, y su patrón es diferente. Te hace empezar a preguntarte: ‘¿Por qué es tan diferente y, sin embargo, es la misma flor?'”. Se encontró a sí misma haciendo más preguntas y contemplando las plantas familiares bajo nuevas perspectivas.
“Yo cultivo todas mis propias plantas y las comparto con la comunidad, por lo que mis plantas están ahora en todas partes en el vecindario”, dice Bárbara. Entre ellos se encuentran los árboles de pólvora (powderpuff tree), y los colibríes que ellos atraen. Barbara dice que se tomó algunas libertades artísticas con esta pintura mientras celebraba los coloridos pajaritos y las flores fucsias.
“Me dio mucha tristeza cuando la clase terminó. Realmente podría haber hecho 10 semanas más”, dice Bárbara. Pero sigue practicando, y empaca sus cuadernos de dibujo y sus lápices de acuarela cada vez que viaja.
Gisela Sanchez
Gisela Sánchez, de Cape Coral, siempre había querido tomar una clase de arte, aunque nunca antes había dibujado. Su jubilación por fin le dio tiempo de dedicarse a su interés. “Fue una experiencia maravillosa”, dice a través de su hijo Samir Sayago, quien traduce. Aunque la clase fue en línea, Donnamarie fomentó la conversación y las relaciones entre los estudiantes. “Fue una manera maravillosa de compartir con los demás, incluso si estábamos en nuestras propias casas”.
Cuando no podía ir a un parque a dibujar, Gisela salía por la puerta de su casa y experimentaba su jardín de una manera completamente nueva. “Por lo general, no notamos estos detalles como las texturas”, dice Gisela Sánchez. Se concentraba en la corteza del tronco de los árboles, en las rocas, en el movimiento de las hojas de las palmeras. “Siempre me gustó la naturaleza, pero no veía los detalles. Era más como pasar por alto las cosas: decía esto es bonito, eso es bonito…pero ahora veo las cosas más profundamente”.
Las primeras lecciones enseñan a los estudiantes sobre la rueda de colores y la mezcla de colores. De las uvas, dice: “Todo este dibujo es solo de dos colores”. Considera que su nuevo pasatiempo es “meditativo”. “Nos permite relajarnos y estar en un momento de felicidad con la naturaleza y con nosotros mismos”.
Gisela creó el boceto de las palmeras de la ladera (a la derecha) combinando memoria e imaginación. Una vez viajando en el coche de su hijo, notó una hilera de palmeras a lo largo del agua y recreó la escena más tarde. “Aprendí que podía hacer cosas que no creía que pudiera hacer”, dice. “Aprendí a ser menos crítica conmigo misma”.
El proyecto final de Gisela honra su viaje artístico y a su difunta madre, a quien le encantaban las flores amarillas. Al crearlo, dice, “hice lo mejor posible tratando de conectar todo lo que aprendí, de conectarme con la naturaleza y la belleza de todo, y conectarme con mi madre”.
Siempre me gustó la naturaleza, pero no veía los detalles. Ahora veo las cosas más profundamente.
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El articulo apareció por primera vez en la edición de otoño de 2023 de Cultivate, la revista del Garden.
Acerca del autor:
Jennifer Reed es la Directora Editorial del Garden y una periodista de larga trayectoria del suroeste de la Florida.